viernes, abril 01, 2005

El cuento de Julia


Desde hoy este blog tiene una colaboradora. Gracias, Julia.

"Los días pasaban muy rápidos después de salir el sol como cada mañana, parecía siempre el mismo soniquete, la misma costumbre,la típica rutina. La congestión de vehículos, los agobios de las ordas de gente y los clásicos o familiares sonidos matutinos hacían de un 5 de diciembre un día cualquiera. Una mañana cualquiera entre nosecuantas personas caminando de un lado a otro.

Entre ellas, EL abría los ojos, se desperezaba poco a poco mientras se dirigía a su curro; no iba pensando en otra cosa más que en "llego tarde". Corría, saltaba semáforos y esquivaba personas si hacía falta, con el único norte de llegar lo antes posible a su mesa de despacho. La cara larga de su jefe no era lo primero que deseaba encontrarse ese día, y de hecho, nunca hubiera deseado encontrarse otra cara mejor que la que vio. "La vida es una coincidencia".

A apenas 5 metros de su vista, en la misma posición que ÉL, con una expresión semipálida, estaba ella. Era ELLA. Era la chica que tanto añoraba y en la que había depositado años atrás tantas esperanzas. Era ésa que nunca se cansaba de esperarle, por muy retrasado que fuera, en sus peores días de invierno. Era la persona con quien compartía y esperaba grandes momentos. Era la misma de siempre y la excepción de todos los días anteriores. Porque ése día 5 fue mágico.

Maldita la infortuna por no permitirles verse de nuevo, por no haber coindidido anteriormente durante unos 5 años, por no tropezar de forma inesperada al ir con prisas a clase. Y en un segundo, bendita sea la providencia por permitir nuevas ilusiones. La vida es un pañuelo.

No supieron como reaccionar de primeras, intercambiar las primeras palabras después de ese tiempo no era fácil. Primeros pensamientos: qué le cuento, con qué salgo de ésta, cómo empiezo, paso de ella y no le saludo? no, eso lo último!. Y resulta que es más sencillo de lo imaginado: muy buenas, de parte de ELLA, hacía tiempo sin vernos. Asientes, semisonries y por fin respondes, sí, claro, bastante. Y cómo te va todo, sigue con la iniciativa. ÉL es consciente de su retraso, como es de habitual en él, pero sigue. Bueno, no puedo quejarme, la vida también me sonrie en el trabajo (y también en el amor, inconscintemente); contrapartida. Y tu, qué es de tu carrera y demás. Ambos se enganchan en un sinfin de típicas preguntas de cortesía, cuando, de repente, ELLA posa su mano sobre su hombro.
Hasta aquí la historia pasaría de "cuento entre dos antiguos amigos".
Pero el tema no quedó en un gesto de apoyo. Hubo un momento traicionero: sus miradas.

Ambos callaron, y dejaron de respirar cuando se les acabaron las palabras para decirse. Se miraron, y lo hicieron de la misma manera que aquella noche fría. Fria por fuera, cálida por el corazón. Y se vovieron a mirar, esta vez, incluso se empezaron a comer con la mirada. No necesitaban nada, sólo sus ojos, su imaginación y sus nuevas ilusiones. El resto corría a cuenta de la propia vida. Se apartaron ligeramente a una zona menos transitada, sin dejar en paz sus miradas, sin bajar la guardia, sintiendo un cosquilleo interior especial.
La vida les sonreía.
Ellos no lo sabían.
Una mirada bastaba, pero los dos creyeron necesitar más. Falso; puro deseo banal. ÉL acarició su carita aterciopelada a la vez que ELLA suspiró con ganas y entornaba sus marrones oscuros. ÉL no podía creer lo que estaba haciendo, después de haberla rechazado varias veces en año y medio. Sin embargo, lo hacía, y ya había soñado con la almohada esa misma escena en numerosas ocasiones. ELLA, pobre, aún seguía coladita por ÉL. Gran momento de trance.

Un primer contacto era suficiente, pero no el justo para comprobar que estaba ahí, EL junto a ELLA, y por ello decidió cogerle la mano con ternura. Se dejó.
En realidad, fue el primer amor de su vida y estaba decidido a no volverla a rechazar, ya le había hecho mucho daño. Se habían hecho daño mútuamente. Lo sentían.

Olvidados y absortos de la noción de los minutos, allí estaban, de pie, paralizados y volviendo a sentir algo parecido (nunca es igual) de aquella vez. ELLA le volvió a pedir un abrazo, lo solía hacer en los viejos tiempos cuando aún era algo juntos, y ÉL nunca lo rehusaba. Porque la quería, o según EL "la amaba". Son conceptos distintos, puntualizaba.

Desde ese instante sus vidas dejaron de existir, para renacer en forma de nuevas ilusiones al alcance del porvenir".

1 comentario:

Anónimo dijo...

julia. m'agradat molt. A vore si ens tornem a vore pronte. Gràcies.