Zurich. 1987
Nikolai contempla Zurich desde lo alto de la torre de la iglesia. Piensa que si consigue hacer fotos consecutivas luego las podrá pegar. A su padre le parece una tontería. Zapatos negros, pantalones con tirantes, camisa blanca, gorro y una Zenith colgada al cuello, si no fuera por la cámara no se adivinaria que no es de allí. Desenfunda la vieja cámara y hace exactamente 5 fotos.
En la cuarta tiene que esperar si no quiere que en el retrato salga una niña de cabello liso y negro.
Nadira no ha estado nunca en europa y quiere respirarlo bien, se sube a un pequeño escalón de la gran torre para estar más alta que nadie. Zurich, ahora mismo, es suyo. Cierra los ojos, respira y relaja.
Un joven le mira con extrañeza y ella le mira y le sonríe.
El dia de la final todo es oscuro y serio, sólo una mesa y dos sillas en el centro de un salón. Un alumno de la escuela rusa es uno de los finalistas, el otro, perdón, la otra, una niña hindú de cabellos negros. El ambiente es tenso, para los dos es su primer dia de clase después de un largo tiempo, se sientan, se miran y se reconocen, es aquella chica rara de la torre, es el chico ruso vestido de suizo con una cámara rusa.
Empieza la partida, negras Nikolai, blancas Nadira, peón blanco a d3, peón negro a f5, c4, e6, Nc3, Bb4, e3, Nf6, Bd3, O-O..... Y en el momento de enroque de negras, una leve sonrisa florece en el rostro de Nikolai y nadie sabrá nunca lo que pasó por su cabeza pero después de la leve sonrisa vino una carcajada disimulada, e inmediatamente después una desternillante risa contagiosa. Rieron los 78 niños, rieron los jueces, rieron las azafatas, rieron los padres.
Y rió Nadira, que le ofreció su mejor sonrisa a Nikolai, una sonrisa llena de agradecimiento porque con sólo ese gesto le había devuelto la infancia a ella y a todos los que estaban allí.
Y los niños volvieron a ser niños.
1 comentario:
no está mal, se puede mejorar...
Publicar un comentario