2009. Enero.
Hace frío. A lo lejos se vislumbra el público que espera mi llegada, por la distancia a la que se encuentran doy por hecho que estoy muy alto. En estos momentos trato de mantener el equilibrio y hacer el salto más largo de mi vida.
Empieza a sonar la señal de aviso, en tres segundos estaré deslizándome a toda prisa por una pista helada con un gran desnivel en dirección al vacio. Segundo pitido, recuerdos me vienen a la cabeza, pienso en una canción de lagartija nick y en que me dejé la puerta de la nevera abierta. Otro pitido. Pienso en poner la mente en blanco con lo cual ya no lo pongo en blanco, me concentro, separo los pies, doblo las rodillas, inclino el cuerpo hacia delante. Suena un pitido largo.
Empiezo a deslizarme con mucha velocidad, en pocos segundos alcanzo los 90 kilometros hora, al llegar a la zona roja hago el gesto de saltar pero algo falla, quizás lo hice demasiado tarde, en lugar de volar por el aire me hago una pelota y empiezo a dar vueltas por toda la pista de nieve. Caos.
Bajo de la balance board de Wii y me voy a hacer la cena, los videojuegos ya no son lo que eran...
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